miércoles, 16 de octubre de 2013

Tesla S, el coche del futuro

Esta empresa, fundada en 2003 por un grupo de ingenieros de Palo Alto, se ha convertido la última gran revelación del panorama empresarial de EEUU. Su potencia ‘destructora’ la desplegó ya en el 2008, cuando lanzó su ya mítico Tesla Roadster, una especie de Ferrari con pilas, montado sobre un chasis del Lotus y con capacidad para alcanzar los 350 kms/hora. Aunque no vendió muchas unidades, solo unas 2.300 en todo el mundo (se trataba de un deportivo muy caro), el Roadster le sirvió a Tesla , y a su fundador, Elon Musk, para probar lo que muchos trataban de ocultar: que un coche eléctrico no tiene que ser feo, lento y para la ciudad. En Tesla dicen que la empresa fue fundada “para demostrar que los coches eléctricos pueden ser formidables”.
FAST GROWTH A LO GRANDE

Parece haberlo conseguido: el  Tesla S, una  berlina de lujo (a partir de 72.000 euros) que se estrenó en  EEUU el pasado otoño, ha superado todas las expectativas. En un solo trimestre, el primero de este año, se vendieron en el país 4.750 unidades, más que Mercedes Benz o BMW, sus rivales en el segmento. A resultas de la espectacular aceptación del coche, la facturación de la compañía se ha disparado:  en los tres primeros meses de este año, sus ingresos superaron ya todo el año anterior, un total de 562 millones de dólares frente a los 413 millones de todo el 2012. De seguir así, la compañía podría cerrar el año con unos ingresos seis veces superiores a los del 2012 y 24 veces los del 2010: fast growth a lo grande.
Como en una carrera por el oro, los inversores se lanzaron en tropel sobre los títulos de la compañía, que subían desde los 35 dólares de marzo a más de 100 en junio, una progresión tampoco nada habitual. Ahora mismo la compañía, que cotiza en el Nasdaq desde el 2010, donde empezó a 17 dólares, vale 12.000 millones de dólares en bolsa, más que Fiat. Más significativo aún: mientras el Nasdaq se despeñaba durante mayo y junio, Tesla se mantenía firme entre los 95 y los 100 dólares. Este éxito sin precedentes, el carácter rompedor de la compañía, de su automóvil y  del  modelo de producción y venta han llevado a muchos observadores del mundo empresarial de EEUU a proclamar que estamos ante un fenómeno similar al protagonizado por el fallecido Steve Jobs en la empresa de la manzana.
Igual que hizo Steve Jobs, Musk está revolucionando el producto y el modelo de negocio del sector. Mientras los fabricantes convencionales han apostado por eléctricos modestos, buena parte de ellos para flotas industriales o de servicios, con escasa autonomía, lentos y poco atractivos en su conducción, en Tesla han optado por hacer coches irresistibles. Tan irresistibles que la totalidad de la prensa automovilística de EEUU está eufórica con el vehículo. Consumer Report lo ha calificado “como el mejor coche que jamás hemos probado”. Ha sido elegido también ‘Mejor Coche del Año’ por la mayor parte de las revistas, desde Automobile a Motor Trend, que llegó a exclamar que “es la prueba de que América pode seguir haciendo grandes cosas”.
Musk tampoco ha imitado el modelo de fabricación al uso, en el que las marcas se limitan a ensamblar vehículos cuyos componentes vienen completos desde la industria auxiliar, y ha optado por producir la casi totalidad del coche. Tampoco ha seguido la norma a la hora de comercializar sus vehículos. En lugar de entregar su venta a concesionarios, está creando su propia red.
Además, ha diseñado un coche fácil de cargar y, para desmontar los argumentos negativos sobre la recarga, está creando sus propias estaciones de ’superrecarga’, en las que el vehículo vuelve a rellenarse en menos de una hora. Gratis.
Ahora se prepara para reproducir el éxito del Tesla S en EEUU en Europa. Está previsto que las primeras unidades, ensambladas en Holanda, lleguen a los puntos de venta que la compañía tiene en el continente. La gran pregunta es si Tesla, una empresa aún pequeña (2.000 empleados) logrará cambiar el escenario e la industria automóvil, como hizo Apple con su smartphone. De hecho, muchos expertos han empezado a opinar que Tesla podría suponer una amenaza para los fabricantes convencionales. A la gran pregunta de por qué el mejor coche eléctrico del mundo (y para algunos críticos, el mejor, eléctrico o no) lo ha construido una empresa de fuera del sector, en Tesla explican que se debe a que “las enormes inversiones hechas, en producción y tecnología, por los grandes fabricantes en el automóvil convencional, que los ha inhibido de innovar en el coche eléctrico”.
El propio Musk dijo en una entrevista que se decidió a construir un coche eléctrico al darse cuenta de que “nadie lo iba a hacer”. También criticó la estrategia de las marcas convencionales de hacer coches poco atractivos y enfocados al segmento bajo, “que nadie va a comprar”. En su opinión, la  única manera de romper el mercado es entrar a través del segmento alto, tal como hizo con el Roadster, con el que buscaba ante todo desmontar la ’leyenda negra’ del vehículo eléctrico. En la compañía no ocultan que el propósito de sus fundadores es más que ganar dinero. En línea con ese tipo de evangelismo tan típico de los entrepreneurs americanos (en Google dicen que su misión es “organizar la información del mundo”), la compañía afirma que su propósito es acelerar la transición hacia el coche eléctrico en el mundo, que supondrá “una nueva era en la industria”, para lo que cuentan, indican medio en broma, medio en serio, con un plan secreto.
La idea es que según vayan llegando modelos más baratos, los eléctricos acaben siendo totalmente competitivos con los de combustión. El Tesla X, un todoterreno deportivo (SUV) que llegará al mercado a finales del año que viene, será seguido de modelos la mitad de precio que los actuales, en torno a los 30.000 dólares y que estarán a la venta sobre 2017.
 

¿VENDER SU TECNOLOGÍA? SÍ
Un coche tradicional supone un gasto de 10 euros a los 100 kms. Tesla S no sobrepasa 1 euro: un diferencial de 10.000 euros en 100.000 kilómetros, a lo que hay que añadir que el Tesla no necesita atención postventa. No necesita cambiar aceite, filtros ni embragues, las averías son escasas y no hay que pasar revisión anual.
Lo más curioso de todo es que la compañía californiana, en vez de reservarse sus tecnologías (como Windows o de Apple), coopera con grandes del sector -Daimler o Toyota-, a las que vende baterías y motores. Lo hacen porque “cada coche  eléctrico que use nuestra tecnología acelera el abaratamiento de estos vehículos”. Una estrategia que cuadra muy bien con su misión, pero que, en realidad según muchos analistas, tiene motivaciones defensivas: evitar una reacción en cadena de la poderosa industria mundial del automóvil contra ella. 

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